Todo le funciona al Barcelona bajo el mando de Hansi Flick, que también cazó en su trampa al Real Madrid. El nuevo proyecto azulgrana, sin asomo ya de bisoñez, enfilaba una semana muy cruda, con las pruebas del Bayern Múnich, un viejo recuerdo traumático al que tumbóy del último campeón de Europa, y salió volando, subido a un plan arriesgado pero ante el que sucumbió también la pareja de velocistas Mbappé y Vinicius, que se despeñaron una y otra vez por el abismo abierto por el plan de Flick. Cayeron 12 veces en fuera de juego, más que nunca desde 2013. El Barcelona se va en una nube y deja al Madrid zozobrando en sus dudas. Cuando no ha podido encontrar más rumbo que el de una remontada al Dortmundrecibe un sopapo formidable del peor rival, un 0-4 dolorosísimo que pudo ser bastante peor, y le ve alejarse ya seis puntos en la Liga y no alcanza su récord de 43 partidos seguidos sin perder.
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Andrii Lunin, Ferland Mendy (Fran García, 85 min), Éder Militão, Antonio Rüdiger, Lucas Vázquez, Aurélien Tchouaméni (Luka Modric, 62 min), Federico Valverde, Jude Bellingham, Eduardo Camavinga (Brahim Díaz, 76 min), Kylian. Mbappé y Vinícius Júnior
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Iñaki Peña, Pau Cubarsí, Jules Koundé, Alejandro Balde, Iñigo Martínez, Lamine Yamal, Raphinha, Pedri (Gavi, min. 86), Marc Casadó (Dani Olmo, min. 64), Fermín López (Frenkie de Jong, min. 45 y Robert Lewandowski
Goles
0-1 min. 53: Lewandowski. 0-2 min. 55: Lewandowski. 0-3 min. 76: Yamal Lámina. 0-4 min. 83: Rafina
Árbitro José María Sánchez Martínez
Tarjetas amarillas
Marc Casado (min. 43), Koundé (min. 68), Íñigo Martínez (min. 74), Vinicius Junior (min. 79), Iñaki Peña (min. 81), Eder Militao (min. 86), Gavi (min. .89)
Y eso que el escenario fue el previsto, el que cualquiera había estudiado. Sabía a lo que iba: el Barça con su defensa instalada en el centro del campo y el Madrid buscando el modo de aprovechar el espacio que eso abría a la espalda de Cubarsí e Iñigo Martínez. Durante muchos minutos pareció que el plan de Flick era lo mejor que le podía pasar al Real, las condiciones más apetitosas. Después de semanas buscando la construcción del juego, para atacar aquello bastaba un movimiento sencillo. Un pase al espacio, y Mbappé y Vinicius, a correr. El francés y el brasileño pasaron la noche como velocistas colocados en los tacos, a la espera del disparo de salida.
Como quería Flick, hubo muchas nulas. Camavinga se giró en el centro del campo y de manera automática envió la pelota a esa zona señalada, a la que corrieron Vinicius y Mbappé. El francés echó fuera el mano a mano, pero el linier le había cazado antes. Fue el primer fuera de juego de los ocho en el primer tiempo.
El batallón de Ancelotti salió incendiado como no lo había hecho hasta ahora al comienzo de un partido. Vinicius presionaba a Cubarsí y al portero y provocaba una pérdida tras otra. Y entonces el Madrid volvía a lanzar otra oleada, otro intento de resolver el problema de su sincronización lanzador-delantero al verse ante la armonía de la línea defensiva del Barça. Se les iba al limbo una sucesión de falsas ocasiones, una colección desesperante con aires de aquella primera visita del Milan de Sacchi al Bernabéu. El enigma parecía irresoluble y, cuando se acercaban a descifrarlo, les faltaba precisión. Mbappé tiró por encima del larguero mientras Iñaki Peña, pillado fuera de sitio, retrocedía desesperado hacia la portería. Y cuando por fin acertó, con un sutil toque por encima del portero, y se desahogaron todos en la celebración, la máquina dibujó parte de su cuerpo donde no debía estar.
Mientras el Madrid exploraba la vía directa, a veces desde el saque de portería, el Barça construía con más sosiego a partir de Pedri y Casadó. Navegaban con pulso excelente unas aguas en las que mordían Valverde, Tchouameni y Camavinga. El equipo de Flick se ordenaba sobre todo por el centro, por donde se descolgaba para apoyar Lewandowski. Por donde se presentó también Lamine Yamal solo ante Lunin, que solo tuvo que recibir un balón blando a las manos. Ni él ni Raphinha necesitaron explotar las bandas para hacer daño.
Mientras al Madrid se le iba desinflando el entusiasmo, pinchado por el banderín del línea, el Barcelona encontró premio por la vía a la que había invitado al Real. Bastó el segundo tiempo. Casadó coronó un partido soberbio con un pase tenso por el medio adonde corría Lewandowski, a la espalda de la defensa local, que no tenía la precisión geométrica azulgrana, rota por Mendy. Frente a frente con Lunin, el polaco encontró una esquina de la red. Como volvió hacerlo apenas dos minutos después, cuando cazó de cabeza entre Militão y Rüdiger un centro de Balde.
El doble golpe volvió a excitar al Madrid, que siguió intentando descifrar el enigma al que ya sabían que se iban a enfrentar. Pero continuaron acumulando fueras de juego y fallos ante la portería en jugadas válidas y anuladas.
La desesperación, que tantas veces ha impulsado al Real, la última el martes contra el Borussia Dortmund, en esta ocasión les desnudó todavía un poco más. El Barcelona, muy sólido en su plan, con la gravedad de un equipo hecho pese a lo poco que lleva con Flick, explotó el desmelene del Madrid. El destrozo pudo ser mucho mayor. Lewandowski desperdició dos ocasiones insólitas: una al palo con la puerta vacía y otra por encima del larguero solo con Lunin. Les dio igual. El Real se había destapado del todo y siguió recibiendo golpes.
Quedaba tiempo para otro instante para el álbum de recuerdos de Lamine Yamal, que acertó con el tercero. Y también para el cuarto de Raphinha. El Madrid estaba totalmente descuadernado. Y así se queda, aún más perdido que antes, sin acertar ni siquiera con sus dos balas.